viernes, 7 de octubre de 2011

El Pavimento Mosaico.


El hombre ve al mundo “Blanco ó Negro”, y el mundo no es blanco o negro, el mundo es Blanco y Negro, como nuestros pensamientos, como la noche y el día,  como el piso mosaico en nuestros templos. 
Entrar al templo  donde comienza el pavimento mosaico justo entre columnas, parada y al orden conteniendo las emociones o al menos eso se intenta a los tres años de edad,  tres pasos de entrada que comienzan mostrando una realidad distinta con nuestro andar común cuando caminamos, comenzar con el pie izquierdo  es voltear nuestras costumbres al caminar, eso interiormente va volcando todo nuestro andar  en el mundo profano.
El pavimento mosaico intercalado de blancos y negros, nos muestra la dualidad existente en el universo entero, dos opuestos unidos en un mismo conjunto, las dos caras de la misma moneda, el tiempo con la noche y el día, nuestro mundo humano tanto físico como espiritual,  la luz y las tinieblas, el bien y el mal,  oriente y occidente, el cáliz de la dulzura y la amargura en vuestra iniciación, , nuestra vida profana y nuestra vida sagrada, dualidades que nos hablan de dos aspectos de la misma cosa.
La ley de polaridad de los herméticos es un emblema de esta multiplicidad engendrada por la dualidad que constituida por estos pares de opuestos nos muestran dos aspectos a los que debemos enfrentarnos en el tiempo y en la vida. Contener nuestras emociones sobre el pavimento mosaico nos sugieren que debemos cultivar la ecuanimidad sin dejarnos exaltar por unas o abatirnos por otras.
Ver estas dualidades en el mundo y en nuestro interior, con nuestras conductas y las conductas del mundo nos hace pensar en las posibilidades a las que podemos enfrentarnos para resolver adversidades que muchas veces parecen no tener soluciones,  ante el basto piso mosaico nunca debemos desplomarnos, así mismo debe ocurrir fuera del templo, en nuestra vida profana.
Nuestros pies andan por el piso mosaico donde estas polaridades se nos muestran claramente, el negro y el blanco, unos al lado del otro sin tocar sus caras conviven en un mismo espacio, como las agujas del reloj, las tres agujas caminan cada una en su tiempo, en una dirección comparten espacio, cada aguja marca su tiempo y juntas hacen la unión de la exactitud del mismo.  También no los muestra el agua dulce y el agua amarga en la iniciación, la luna y el sol, la luz y las tinieblas, los símbolos aparecen mostrando la verdadera naturaleza humana y divina. Esta en nosotros verlos o no, cada pensamiento tiene su opuesto y esta en el mostrarnos la verdad, por eso no podemos ser radicales, ser radicales en nuestros pensamientos o sentimientos es encontrar el desequilibrio, y nuestro trabajo es reunir lo que esta disperso, es darle un peso justo y perfecto a las cosas.  El piso mosaico masón no los dice, es ahí donde nuestros pasos son dados, es la tierra, el sendero, el camino, que constantemente nos habla y nos recuerda lo frágil que podemos ser así como la fuerza que podemos encausar, caminar al orden y conteniendo nuestras emociones ante el símbolo de esta dualidad nos habré las líneas de pensamiento para lograr finalmente la medida justa y perfecta en la que debemos caminar, ya sea dentro del templo o  en la vida profana.
Estas polaridades o dualidades que se presentan en muchos de los símbolos masones, comienzan a tener un misterio particular en mis observaciones, casi todos los símbolos nos remiten al numero tres,  tema que mas adelante desarrollaremos, pero también están los símbolos que se muestran duales, el piso mosaico con su blanco y su negro, las dos columnas de entrada con sus respectivas letras, la luna y el sol, el cáliz de la dulzura y la amargura.
Estas dualidades parecen activarse como triadas cuando nosotros las activamos en el rito, al entrar al templo justo antes del piso mosaico, al orden, dando los tres primeros pasos de entrada, muestra el “Punto Invisible” de la triada que marcamos nosotros.  Estas dualidades se muestran como un misterio ya que su vinculo con el numero tres no esta explícitamente puesto sino que somos nosotros que lo activamos con el rito, el blanco y el negro están ahí, la oscuridad y la luz, el bien y el mal, el amor y el odio, todas las analogías se presentan, y al entrar al templo nuestro animo debe ser sereno y constante lo cual muestra el triangulo perfecto entre el piso mosaico, y nosotros como punto alto en el medio que juega un papel muy importante  cuando conseguimos el equilibrio y la ecuanimidad en estos dos aspectos o polaridades que la vida nos muestra.  

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